domingo, 6 de diciembre de 2009

Crisis

Nací bajo el signo de la crisis. No recuerdo otra estación del año que no sea esa. Francamente. Tampoco otra temperatura, ni otro año, ni siquiera otro día: todos se llamaban crisis. ¿A poco hay vida sin crisis? Más deplorables las pobres manifestaciones de motivador con gafas de intelectual: “Einstein decía…”, “para la crisis, la imaginación…” Pamplinas. La crisis se explica por su axioma: la crisis. Esas palabras se dibujan en mi mente cuando pienso en “el caso mexicano”, claro, donde la crisis es definición de identidad.

A estas alturas del encuentro, ni modo de hablar de hacer frente a la crisis. La crisis no es un problema y si lo es, es ontológico. Por eso digo que sólo se explica a través de su mismidad: la propia crisis. Insisto, luego de tantas décadas de crisis (soy inexperto, apenas voy por tres) lo que hace crisis es la idea de la crisis. Neta. Porque vamos y venimos de la crisis y decimos lo mismo para repartir culpas, de aquel, del otro, de la crisis. ¿En dónde se esconderán los responsables de la crisis? ¿Existe ese sitio imposible llamado crisis? ¿No termina por sonar a recurso político, a una más de las cantinfleadas a las que nos tienen acostumbrados? De todas formas, antes de la crisis tampoco parecieron resolver los otros problemas descubiertos por la Ilustración, que son más reales: pobreza, seguridad, educación, marginalidad…. Los problemas existían antes y durante la crisis, lo que confirma que la crisis no es un problema. Es una condición que tiene que ver con nosotros mismos. Nosotros somos la crisis.

Además, los pesimistas y los profetas, que no son iguales pero que a veces coinciden, aseguran que pasarán generaciones de mexicanos sin ver la luz al final de la crisis. ¿Entonces? La economía se vuelve un absurdo trágico, que en estos momentos se elimina a sí misma y pierde sentido. Para qué hablar del tema si ya se sabe que es un círculo vicioso y sin final. ¿Qué estudia la economía cuando no hay producción económica? Y yo no soy pesimista sino un meteorólogo falso que se apega a los pronósticos del tiempo. Además, tampoco conozco otro tiempo. Otra vez: nací bajo el signo de la crisis.

Alguien más pensará que hemos tocado fondo y que por eso otro escribe estas cosas. Tal vez. Tampoco quiero ser realista, ni nihilista, ni ilusionista, ni nada. Todos los medios de comunicación repiten su misma cantaleta y hacen eco: estamos en crisis…, etcétera. Yo no hago nada. Apago la televisión, le doy la vuelta al periódico, escucho música. No hay nada nuevo bajo el sol.

1 comentario:

deivid dijo...

es la misma crisis nomás revolcada...

abrazos, papadzul!