viernes, 18 de diciembre de 2009

Llame Sandra

En la palabra fuego escribo tu nombre. Lo dejo blandir suave en el crepitar de la llama, y lo miro mirarme, llamarme desde la llama adentro. Guardo tu nombre suave y lo concentro en los cerillos. Sé que cuando el tedio amaine, cuando la lluvia amaine y llegue el frío, podré usar tu nombre suave como una llama que llama ni nombre desde adentro. Amo tu nombre suave y cálido e imposible como una llama. Si digo que lo guardo en la palabra fuego, es sólo para decir que es intenso y cálido. Tu dulce sexo que me hace pensar en el niño que soy, en el hambre de ti que tengo. La lengua lame tu nombre en la llama de fuego de tu sexo. Al paladar las letras de tu nombre, qué aroma erotiza la totalidad del cuarto, qué llama diminuta aparece en el espejo. Lamo tu nombre cuando pronuncio siquiera una letra de tu nombre, y mi lengua se entumece, gozosa, en la memoria.

No hay comentarios: