lunes, 5 de julio de 2010

Un día de marzo

Tal vez ya nadie lo recuerde pero diré que hubo niños
fatales bordeando las aceras con guiso y bicicletas y otras formas
menos elegantes de regresar al paraíso cuando el destino quiso
oh viejo herrumbre moldear el rostro de las circunstancias que el amor midió
en braguetas tiernas y apenas plastilina el blanco corpiño revelado bajo un ropón
ambiguo de terlenka la muerte anduvo sí herida de palomas
pelotas hubo no hace falta decirlo en tardes que abrazaban mañanas
detrás de las paredes más altas que impuso el dolor cotidiano de almorzar deseando
abrir la puerta a los canarios ni palabra hastío sonrojada podía ser capaz de aprenderlo
hundido en matorrales en las casas los armarios la destreza de hacer
todos los días días de fiesta

Ya nadie lo recuerda y aún diré que nada es suficiente ni aunque tenga
tres veces menos hambre y tres veces menos forma mi cabeza
por eso digo que la muerte anduvo así de ocupada y no pasó de largo
y se mantuvo alerta hasta lo fatal de su blanca cabellera y alguien mayor
llamó a la distancia mira ya está muerto el hermano ya murió el vecino
El verano se detuvo en las canicas y el juego de futbol se hizo cementerio
a trote y a descaro nadie comprendía el campo nuestro en dos multiplicado para
saciar por dos los juegos que uno era el que escondido jugaba a seguir vivo

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